Ser productivas. Bonita palabra. Creo que es el objetivo al que necesitamos llegar todas pero, no nos engañemos, no es fácil serlo cuando a lo largo del día estás sometida a mil y una interrupciones.
Llamadas de teléfono, whatssaps, correos electrónicos, redes sociales,… vivimos expuestas a muchos estímulos que nos hacen bajar nuestra productividad por la falta de concentración.
En un mundo hiperconectado, necesitamos desconectar para volver a re-conectar con nuestra parte más trabajadora, para mejorar, para no vivir pendientes de todo lo que nos rodea, descuidando las tareas más importantes.
Soy una gran fan de las redes sociales y de la comunicación online (no podemos dudar del gran potencial que tenemos en nuestras manos) pero he de reconocer que tenemos que aprender a desconectar, a no preocuparnos por ser tan sociales. La tecnología debe estar para ahorrarnos tiempo y no para robárnoslo.
Las consecuencias de permanecer todo el día conectado y a disposición de todo y de todos son muchas: sensación de haber acabado el día con más tareas pendientes de las que tenías al empezar, falta de desconexión del trabajo, ansiedad por no llegar a todo ni a todos, falta de respeto por los horarios de descanso, sobre información y saturación.
¿Y qué crees que debemos hacer ante esto? Yo lo tengo claro, aunque me resulta complicadísimo llevarlo a cabo.
Crear pequeños espacios a lo largo del día sin tecnología y disfrutar de esos momentos.
Empecemos por apagar el móvil al subir al coche en pequeños trayectos, durante el desayuno, comida y la cena. Son pequeños gestos que te aseguro nos harán más felices. Es una desintoxicación necesaria. DESCONECTAR para RE-CONECTAR.
Y además de todo eso, os dejo una serie de hábitos productivos que he empezado a poner en práctica y me apetece compartir con vosotras:
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más de una vez te habrán aconsejado tener una libreta a mano para escribir todo lo que se te pase por la cabeza. Y no es una tontería, la inspiración puede llegar en cualquier momento del día y si tienes a mano un lugar donde escribir esas notas, ideas, palabras, reuniones, proyectos…. Todo lo que se te ocurra puede llegar a ser algo muy especial.
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Pide ayuda. Coopera, colabora, rodéate de otras personas y no te aisles.
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Busca el equilibrio entre ser eficaz, cumplir con tus obligaciones y ser eficiente. Pensando siempre en la sostenibilidad de los proyectos a largo plazo.
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Escucha y observa las necesidades del mercado, y si lo que hay no funciona o no cubre una necesidad, cámbialo o reinvéntate si es necesario.
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Innova. Piensa diferente. Los mejores productos o servicios siempre están por llegar.
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Si tienes peques a tu alrededor: hijos, hijas, sobrinos, sobrinas…te aconsejo pasar tiempo con ellos y dejarte seducir por su creatividad y su visión del mundo. Aprenderás mucho más de lo que imaginas.
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Levanta la mirada del ordenador, tablet o móvil y mira a tu alrededor. Escucha, observa y relaciónate con tu entorno.
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Y ante todo, cree en ti misma. Cada una de nosotras somos únicas y tenemos una forma de ver y hacer las cosas. Pon ilusión y toda tu personalidad en lo que haces. Es la mejor forma de innovar.
Espero que lo pongáis en práctica y compartáis vuestros hábitos para ser productivas. ¡Aumentemos la lista!